“Entre los síntomas que sufren los pacientes están los sudores, vértigos, mareos, taquicardias, ganas de llorar y gritar, agarrotamiento muscular, ansiedad, pánico y depresión”, resume Revillo.
Rojas habla de tres bloques diferenciados de síntomas: cognitivos, observables y fisiológicos.
Esta sensación de ansiedad a la hora de ponerse al volante puede aparecer en los siguientes conductores:
-Con un insuficiente aprendizaje desde la autoescuela. No todo es aprobar el examen. Un alumno que haya practicado en una gran variedad de situaciones, será un conductor más seguro y con más confianza para afrontar las diferentes circunstancias con las que se encuentre. “Otro perfil puede ser no tener experiencia al volante por llevar demasiado tiempo sin conducir desde que han obtenido el carné de conducir”, añade Revillo.
-Con una personalidad insegura y/o baja autoestima. Una persona insegura tiende a infravalorarse en comparación con los demás conductores, o es más sensible a las críticas de personas cercanas. A veces es el propio miedo a conducir el que va mermando la autoestima de un conductor que siente que no puede hacer frente a su miedo.
-Con una personalidad perfeccionista. Hay personas que quieren conducir de forma tan perfecta y correcta que no se permiten el más mínimo error.
-Que ven mermadas con el paso de los años sus facultades psicofísicas para conducir. Ya sea por la edad o por el consumo de algunas sustancias como alcohol, drogas o medicamentos.
-Que son propensos a sufrir ansiedad y/o estrés. “La amaxofobia también puede afectar a personas que cuando suben al volante tienen niveles de estrés por encima de lo normal en su vida personal y profesional y a las que hayan tenido un ataque de pánico al volante”.
-Que tienen pensamientos negativos sobre la circulación, los demás conductores, o sobre ellos mismos al creer que no sabrán reaccionar.
-Que han sufrido un accidente de tráfico. También presenciar o conocer de cerca un accidente puede desencadenar la amaxofobia, aunque no es vinculante. Dependiendo de las consecuencias del siniestro y de la interpretación que haga la propia persona, logrará volver a conducir con normalidad.
Las mujeres lo sufren más
En cuanto a la edad, las mujeres tienden a manifestar la amaxofobia antes (un 65 por ciento entre los 40 y los 59 años) y los hombres lo tienden a hacer más tarde (casi un 50 por ciento con más de 60 años). La posible razón, según Revillo, es que socialmente el hombre tiene más reparo en reconocer estos miedos.
El porcentaje de personas que han dejado de conducir totalmente representa un 21 por ciento del total. Pero hay una diferencia notable en el sexo, ya que la mayoría de las personas que han dejado de conducir totalmente son mujeres (un 18 por ciento).
Múltiples consecuencias
El hecho de no ser capaz de hacer algo que la mayoría de la población realiza o disfruta de manera natural condiciona nuestro día a día.
Desde el punto de vista de la seguridad, el factor humano es determinante en la mayoría de los accidentes. Cuando me subo a un vehículo debo analizar si me encuentro en buenas condiciones a nivel físico y psíquico para iniciar la marcha. Dentro de la parte emocional, si conduzco con miedo soy una fuente de riesgo tanto para mí como para el resto de personas que van en éste y con las que compartimos la vía. “Nuestro tiempo de reacción disminuye, recibimos peor las amenazas del tráfico, sufrimos más distracciones, y, en definitiva, la probabilidad de sufrir un accidente de tráfico es mayor”.
Por su parte, Rojas clasifica en cuatro apartados las consecuencias de sufrir miedo a conducir:
1-Emocionales: a menudo no encuentran apoyo o ayuda en su entorno. Generalmente, se sienten incomprendidas y esconden lo que les pasa o con el tiempo dejan de explicarlo. Esta situación puede influir en su desarrollo personal y disminuir su autoestima y confianza, impactando en otras áreas importantes de su vida.
2-Económicas: se podría debatir sobre el gasto que genera el transporte público por obligación, dependiendo del tipo de transporte y de los horarios disponibles. Pero, a veces, el miedo a conducir va más allá y se traduce en la pérdida de puestos de trabajo por necesidades de desplazamiento y traslados, o en la pérdida de oportunidades laborales de mejora.
3-Sociales: aislarse de acontecimientos sociales en los que es necesario desplazarse con un vehículo. Cenas de empresa, encuentros familiares, visitas y salidas en fin de semana, entre otras muchas situaciones similares.
4-De tiempo: es incalculable el tiempo que puede perderse al día por no poder disfrutar de conducir con libertad. Tiempo que se pierde en transbordos y rodeos. “Una alumna de uno de mis talleres presenciales para vencer el miedo a conducir tardaba cada día tres horas en ir y volver del trabajo, cuando en coche podía hacer el mismo trayecto en un total de 40 minutos”.
Consejos para superar la amaxofobia y el miedo a conducir:
¿Cómo evitar el miedo a conducir ?, esa es la gran pregunta. Obviamente no es una tarea simple, pero si te lo propones, lo conseguirás, y cuando menos te lo esperes, la amaxofobia solo será un mal recuerdo en tu vida. Para ello existen de dos tipos de tratamientos que funcionan muy bien:
-Exposición en vivo: mediante esta técnica, que se lleva a cabo en la calle con un vehículo adaptado y durante varias fases, se busca entender cómo funcionan los miedos justo en el momento que van apareciendo, lo que permite, entre otras cosas, mejorar el control emocional y la habilidad de conducción.
-Exposición por realidad virtual: se realizan sesiones dentro de un consultorio, con acompañamiento de un terapeuta, y mediante realidad virtual se fuerzan las respuestas a situaciones impredecibles de duración limitada, cuanto sea necesario, hasta ir entendiendo de forma personalizada cómo evitar el miedo a conducir.
-Practicar Mindfulness: La atención plena es una filosofía de vida en la que se dirige la atención con intención, compasión y sin juicios hacia el momento presente. Hay estudios en los que su práctica continuada ha producido cambios en el cerebro que han permitido reducir el estrés. En el momento presente no hay miedo, sino que aparece al recordar experiencias pasadas o anticipar lo que podría pasar en un futuro.
Con este tipo de tratamientos podrás entender mejor que el tráfico y los conductores no son peligrosos ni representan una amenaza, y que efectivamente se puede eliminar la fobia al miedo a conducir por sitios nuevos o durante una lluvia repentina. Busca el mejor tratamiento para tu caso y, con algo de tiempo, descubrirás por ti mismo que ya no volverás a preguntarte cómo perder el miedo a conducir en autopista, en calles pequeñas o en la niebla: lo habrás superado casi sin darte cuenta.